San Valentín: La Historia


La festividad de los enamorados nació como perfecta excusa para quitar del calendario una celebración pagana. Con el tiempo intentaron eliminarlo al ver en lo que había derivado, pero nada se pudo hacer.


San Valentín ya está aquí. Aunque en esta ocasión no para hablar de rosas, bombones y citas especiales. Ha llegado el momento de desmontar alguno de esos mitos que tanto repiten los que odian esta festividad. Porque que nadie te engañe. San Valentín no ha sido inventado por los grandes almacenes, aunque ya les gustaría. La culpa de que este 14 de febrero las calles se llenen de corazones y otros iconos tan cursis la tiene la Iglesia Católica. Lo que después se hizo con esta fecha, eso ya es otra historia. Porque a pesar de que San Valentín fuera utilizado en un principio con otros fines, lo cierto es que el tiempo y el consumismo han conseguido convertirlo en uno de los días más jugosos para los empresarios, que han sabido sacar buena tajada a señalada fecha en el almanaque.

Y tampoco es esto de San Valentín un invento de antes de ayer. San Valentín empezó a celebrarse como día de los enamorados hace nada más y nada menos que quince siglos. Corría el año 494 d.C., cuando el papa Gelasio I decidió tomar medidas radicales para quitar de raíz la fiesta pagana de las Lupercales, una festividad que se celebrarba desde la Antigua Roma cada 15 de febrero para honrar al protector de los pastores, el fauno Lupercus. 

Gelasio I no estaba dispuesto a que el paganismo se convirtiera en protagonista cada mes de febrero así que optó por darle un lavado de cara a lo que hoy conocemos como San Valentín. Tampoco era una novedad optar por esta medida, ya que desde el siglo IV, la Iglesia se había propuesto ir eliminando poco a poco y sin hacer mucho ruido todas las celebraciones que no comulgaran con la fe cristiana. Y como ya habían comprobado, la mejor opción era sustuírlas, rebautizarlas y reconvertirlas por otras de carácter religioso. Y si hacía falta se tiraba de inventario.

Mientras Gelasio I se devanaba los sesos buscando una opción, en su camino se cruzó el propio almanaque. El santo que caía justo el día antes de las Lupercales, el 14 de febrero, apareció como una buena opción. Así fue como San Valentín -que supuestamente había vivido dos siglos antes- se convirtió en el gran protagonista del día. Poco o nada se sabía sobre el que llegó a sustituir de manera radical la importante fiesta pagana de las Lupercales, por lo que la leyenda hizo el resto.

Alrededor de San Valentín se crearon una infinidad de leyendas. Alguna de las más asentadas situaban a Valentín como un arrepentido y bondadoso médico romano que un buen día se decidió pasar a eso del cristianismo y ordenarse sacerdote. En este nuevo camino que tomó su día a día se convirtió en un no parar de festejos y llegó a oficiar un buen número de bodas entre enamorados. Pero no todo era amor en la nueva vida de Valentín. Y es que, el problema era que en aquella época los soldados no podían contraer matrimonio ni podían tener una familia. Valentín y los militares desafiaron a las grandes esferas y decidieron hacer oficial su amor. 


La historia de San Valentín
Tanto amor acabó provocando la furia del emperador romano Claudio II. Al enterarse del desafío del utópico Valentín, ordenó una ejecución de manera inmediata. La leyenda hizo el resto. Valentín pasó a ser San Valentín, religioso y mártir. Pero por encima de todo se convirtió en referente de todos los enamorados, con permiso de Cúpido. De la realidad de esta historia poco o nada se sabe. Lo que sí es cierto es que la vena lacrimógena fue bien explotada por la Iglesia, que justificó con estos hechos la instauración de San Valentín como Día de los enamorados, una tradición que mantuvieron como propia durante siglos. 

La deriva que tomó la idea de Gelasio I no gustó nada al papa Pablo VI, que se colocó al frente de la Iglesia Católica muchos años después. En 1969 decidió -intentar- eliminar de raíz en lo que se había convertido San Valentín y decretó que esta se eliminara como festividad del calendario postconciliar, dejándola simplemente en una fecha con santo, pero sin ningún tipo de celebración de tipo religioso. 

Lo que no sabía el papa era que el consumismo era mucho más poderoso que sus manos. Y ya en aquella época el Día de San Valentín era todo un filón para los comercios. Ya se sabe, contra el dinero, poco se puede hacer. Visto lo visto, el papa Francisco reconcilió a la Iglesia con el 14 de febrero y organizó un acto simbólico en con miles de parejas llegadas desde todas las partes del mundo para reivindicar el papel del matrimonio.
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